Liderazgo

Posted by on Feb 19, 2013 in Uncategorized | No Comments

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Por Carlota Murillo, adolescente integrante, Fundación SKY

Cuando pensamos en cualquier líder, solemos imaginar a alguien decidido, inteligente, luchador y con ganas de cambiar el mundo; alguien con sueños, metas, ideales; una persona valiente que buscará el bienestar común en toda situación. Sin embargo, parece que en México, ese tipo de líderes se encuentran en peligro de extinción.

Una vez que entramos al tema, puede que necesitemos un ejemplo cercano a nosotros de lo que un buen líder es o no; quizá el más presente dentro de nuestro país sería el Presidente de la República, que debería ser el encargado de unir a las personas y mantener la armonía. Pero más que eso, debería ser una persona que sirva a todos como  modelo a seguir, que sea respetada e incluso si es criticada por sus erróneas decisiones, tiene el coraje para decir «me he equivocado».

Quizá aún no quede muy claro hacia dónde va el siguiente escrito, de forma que tomaré como ejemplo la situación de Felipe Calderón hace unos meses atrás, justo antes de dejar la presidencia. Una situación penosa que continúa y continuará pegándonos como mexicanos.

El 25 de noviembre del 2011, un grupo de entusiastas académicos, periodistas, activistas, abogados y ciudadanos presentó una iniciativa contra Felipe Calderón ante la Corte Penal Internacional. ¿El propósito? Analizar la existencia de crímenes en contra de la humanidad en México. Desde comienzos de su sexenio, México se vio sometido a miles de trágicas muertes y secuestros, tan sólo durante estos 6 años, se registraron más de 60,000 muertes y 10,000 desaparecidos a lo largo y ancho del territorio nacional.

De acuerdo con los líderes de la iniciativa, Calderón no es sólo culpable de la implementación de estrategias violentas, también es responsable de los crímenes como violaciones y torturas cometidos por los soldados durante los operativos. Básicamente, la iniciativa declara la responsabilidad del presidente y de los líderes federales en los daños ocasionados. A pesar de todo, el gobierno de Felipe Calderón ha sabido defenderse justificando la guerra como una acción política necesaria para el bienestar común, por lo que no puede considerarse como un crimen internacional.

Ahora, el verdadero problema a tratar no es si el presidente es culpable o no, es la aceptación de su responsabilidad y la ausente ética que se ve reflejada en sus acciones. Si no me encuentro equivocada, un presidente o líder debería apelar a conceptos como empatía, honestidad y responsabilidad… Entonces, Calderón, ¿dónde se encuentran esos conceptos representados en tu gobierno? ¿Dónde podemos encontrar el ejemplo de un buen ciudadano si no es en nuestros líderes y autoridades?

Creo que al ser un líder, se debe recordar la influencia que se tiene dentro de una sociedad o grupo, ya que la mayoría de los valores presentes en las acciones servirán como ejemplo a la población. A propósito o no, lo que diga, lo que haga y lo que piense un líder, va a influir directa o indirectamente en nuestra sociedad.

Así que, ¿qué es lo que Calderón nos ha enseñado a nosotros, mexicanos? Primero que nada, nos ha enseñado que si cometemos errores, como él y su «brillante» idea de iniciar una guerra contra el narcotráfico, podemos encontrar la forma de justificarlos. En segunda, nos ha enseñado que podemos pasar sobre la vida de una persona para «alcanzar» un objetivo, incluso aunque el número de decesos llegue a los 60,000 dentro de todo un país.  Si ése es el ejemplo que estamos recibiendo de un presidente, ¿cómo es que podemos esperar una sociedad mejor? ¿Cómo podemos exigir un México justo?

Los mexicanos podríamos tener un líder justo como Winston Churchill, Nelson Mandela o incluso Mahatma Gandhi si nosotros quisiéramos, si empezáramos por nosotros mismos. Como ciudadanos, esperamos muchas cosas de un presidente o de cualquier líder, esperamos comprensión y empatía, honestidad y congruencia, seriedad y responsabilidad. Esto es todo lo que nosotros esperamos de un buen presidente, de un líder de negocios, de nuestro jefe, de las autoridades, de los policías en la calle, de los maestros en la escuela y de cualquiera que tenga o quiera tener una influencia en otros. Esto es todo lo que esperamos de ellos y todo lo que deberíamos esperar de nosotros.

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