Los espacios que habitamos
Josué Vergara Alarcón
Muchas veces conocemos distintos tipos de personas día a día, pero jamás nos imaginamos ccómo es que éstas interactúan afectándonos indirectamente creando repercusiones dentro de nosotros y que reproducimos mientras la interacción es constante.
Pues justamente así sucede con los espacios que habitamos, como lo dice Aldo Carotenuto en el libro Análisis y diseño de los espacios que habitamos de Paola Coppola, “es una experiencia común a todos nosotros que, al estar en un elevador lleno de gente, en contacto físico con otras personas, nuestra mirada se pierda en el infinito, sin afocar a ninguna de las personas que están cerca de nosotros” (pp.190).
Nace de forma inconsciente, inevitablemente los espacios en los que nos encontramos y con quienes nos relacionamos, nos obligan a tener distintos matices en el perfil de cada uno de nosotros y que instantáneamente se activan sin que nos percatemos de ello… o al menos eso es lo que deseamos pensar.
En primera instancia, nuestro cuerpo es considerado el primer espacio en el que habitamos y nos desenvolvemos, por lo cual se vuelve una zona de comodidad, “nuestro territorio”, que nadie debería invadir si no hay un acuerdo previo.
Así como los espacios nos afectan, nosotros afectamos a los mismos, los modificamos, destruimos, construimos, robotizamos, organizamos… Es entonces cuando hay una respuesta continua e infinita de ambas partes; un buen ejemplo es el clima de nuestra actualidad, el cual ya no está determinado por temporadas como hace no muchos años, y que, al ritmo tan acelerado de la sociedad, posiblemente terminemos por extinguirnos a nosotros mismos.
Aldo Carotenuto cita a Minkowski, cuyas palabras retomo, “veo la vida desarrollarse a mi alrededor, pero ésta no me toca de manera inmediata; me siento, en cierta medida, independiente de ella, y en esta independencia hay espacialidad, hay como una distancia que me separa o más bien que me une a la vida…”. ¿Cuántos de nosotros nunca hemos tenido un sentimiento como éste?, no hay ser humano capaz de tal perfección. El tiempo nos prepara, nos hace ver al tiempo borroso o cristalino, cada ser humano es diferente y por ello la arquitectura, la medicina, los asuntos internacionales, la economía… todo está en constante cambio.
Los espacios que habitamos
Josué Vergara Alarcón
Fundación S.K.Y., A.C.
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