DENTRO DE LA NOCHE
Josué Vergara Alarcón
Tenemos tantas cosas que decirnos, tenemos tanto por darnos y yo disimulo, veo el reflejo de un pasado que ya no existe, requiere de ti y tu calor, desvanece el hielo que posee en cada una de sus densas capas y devuélvele la vida.
Pensar por sí mismo se volvió no un hábito de protección sino una necesidad, nos encontramos rotos… debiste renunciar antes de que te apoderaras del aire que respiro y que me hace falta ahora que no estás, tal vez debí buscarte menos y provocarte más, quizá debiste escribir menos y sentir más… nos debimos tanto…
Tenemos una cantidad ilimitada de cosas que hemos querido decir pero que un espasmo de tiempo resguardó desde el primer “hola” que te dirigí, previo a la aparición de tu destellante sonrisa que desgraciadamente aún me vuelve loco, me da miedo pensar que nunca volveré a sentirme así, temo por la luz del sol y que se encuentre sobre mí, proyectando la silueta más grande nunca antes existente, que sólo con ella sea la única forma de acercarme un poco a ti. Pienso de cierto modo que te amo y a veces la considero una obsesión, muchas más un tormento, y entre otras, un sueño.
Cada mañana en la que veo a través de la ventana me pregunto si aún la vida vale los riesgos, si aún existe algo que hacer o si hay algo que se deba hacer… ¿pensarás en mí?
Estar ahí… ya no sé qué es exactamente lo que eso significa, todo parece tan confuso, duermo y despierto en pocos segundos, respiro y el olor de las cosas se va, tocar los fríos muros de esta casa intentando recordar cómo se sentían exactamente aquellos días cálidos, llenos de vida, imaginando la posición exacta de las cosas, los sonidos que solían habitarla… ¡por favor no los olvides… ni uno solo!
Puedo sentir como la melancolía de los días gloriosos me transforman lentamente en un viejo personaje, canoso y anticuado, lleno de expectativas falsas que nunca resultaron, que nunca se intentaron. Lo que solía ser nuestra casa se deteriora segundo a segundo, te juro que he intentado repararla lo mejor que he podido, en un principio solía ser suficiente, pero estoy cansado, ya no es lo que solía ser antes mis canas sobre mi cabeza te lo pueden asegurar, ahora las goteras de verdad inundan la sala, la pintura se desprende de los muros y la madera del piso se incha y pudre constantemente.
Oh, querida, me he aburrido de escribirte en las húmedas estaciones del año, no tiene caso sí no podrás leerlo, pocas cosas tienen sentido ahora, la verdad… ninguna.
Sé que cualquier planta más hermosa en el jardín termina por secarse, sé que el perro aún ladra cuidando la casa, sé que el verano algún día ha de acabar, sé que tu nombre seguirá siendo siempre el mismo y aquel que no podré nombrar ni una vez más sin mostrarme frágil.
Veo a las fotografías queriendo revivir por sí mismas, veo el gran árbol que aun ansía tu visita en espera de una nueva historia, tal vez por fin le cuentes la aventura de aquel acantilado que tanto te encantaba y negabas compartírsela, inclusive a mí y a tu diario…
¡Basta!, sabes bien que no es mi estilo deja de insistir tanto en mi memoria no quiero que empeore, no tienes idea cuan fuerte es todo esto y lo que me repercute, lo que he perdido, lo que he luchado, cada maldito obstáculo, y solo por ti.
Ver el desierto por las noches no tiene igual, aquellas luces del cielo que van colgadas sobre nuestras cabezas, el frio indiscutiblemente presente que combatió cada abrazo tuyo, el color naranja del sol al nacer, el cambio extremo de temperatura, el viento fuerte y calmado… me pregunto si lo recuerdas. No puedo evitar que mi corazón se acelere y luego pienso; si estuvieras aquí, te cantaría.
Pero lo que más me resuena de tu ausencia es aquella cita de tu libro favorito; “en todo momento las situaciones buenas y malas nos colocan en distintos procesos para su resolución y, sin embargo, tienen un mismo inicio, lo que éste último te da es la oportunidad de elegir entre dos cosas: salir corriendo y ocultarte, o bien, hacer algo al respecto”.
Es una pena que ya no existas, al menos no en un tiempo sumamente largo, muchos te extrañan, yo te extraño, no puedo vivir sin la atmósfera que te cubre ni mucho menos sin el agua que provees, es tan difícil decirte adiós con nosotros sobre ti cayendo hacia un destino en forma de agujero negro que nos hará estallar en una milésima de segundo.
No sabes lo duro que es verte caer, consumirte por nuestra culpa y que nosotros conscientes de ello no hayamos accionado al respecto. Te quiero, lo sabes, ahora te quiero aún más, deseo estar contigo eternamente, escuchar a tus habitantes, saber que ellos, al igual que tú, se encuentran vivos, hasta el más minúsculo ser vivo, hasta el mayor mastodonte nunca antes existente, quiero que vivas, tu puedes detener el tiempo, ¡por favor no te vayas!
… [Las acciones que continúan a ésta narración son aquellas que comprenden estampidas de personas desbocadas intentando huir de lo inevitable, maremotos y tsunamis se hacen presentes, la tierra se comprime fugazmente lo que le exige a los volcanes explotar sin piedad y carcomen con sus ríos de lava lo que un día fue y nunca más volverá a ser…tierra firme].
DENTRO DE LA NOCHE
Josué Vergara Alarcón, 20 de octubre
Fundación S.K.Y., A.C.
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