IVES, Capítulo 3

Josué Vergara Alarcón

 

III. VAPOR DE CRISTAL

 

Parte 1

Él se encontraba quieto, inmóvil ante el gran evento que daba lugar al asombro y al misterio, esto a razón inconclusa de lo extraño que parecía.

Luego de unos momentos de ver lo que ha sido su vida, comienza a reaccionar, busca una explicación para que no salga de su realidad tal magnitud. Se calla y vuelve a hablar, dicen que hace mal ver el pasado, viendo de aquí hasta allá, lo que fue con lo que es, y de esta forma él viene arrastrando su desgarradora respuesta, no sabe una cosa más, porque no hay fuerza ni una ley que lo comprenda, tiene tanto especulación como silencio.

No es que argumente en contracorriente, ni mucho menos que se aferre a las cuestiones, tan sólo lo quiere saber. Su casa está y no está, eso puede ser un misterio o no, más no importa. La magnitud de un vector cualquiera, crea el punto focal de su vida, y corre y balbucea sin cuidado, no le teme a la verdad, en dado caso le enfrenta.

Luego se levanta de su asiento y busca correr lejos de aquello que ha visto, es contradictorio ciertamente, pero ¿qué puede hacer un mortal contra algo que supera su capacidad de control?, sin duda volver al pasado es posible y bien justificado, aunque, solamente con la condición de que se retorne a ese lugar para volver a aprender lo aprendido, para hacer homenaje a la felicidad que un día se vivió, y poderla rejuvenecer para compartirla en la actualidad.

Exquisito el requisito que él necesita y aunque se mueva en su contra, tiende a caer, nunca se acerca al asfalto pues no hay medida exacta que le pese demasiado como a otros.

Con todo esto aprendido, él vuelve a su asiento principal con una alegría que si tu dices que es inerte e irreal, te equivocas, pues ha aprendido a aprender de su propia historia, justo donde escucha su vida y la de ellos, aunque solamente es cierto que sus palabras son las únicas que manifiestan y  ejemplifican aquella línea cuyo circuito estuvo buscando.

 

Parte 2

Cariño toma el abrigo de mis brazos, el invierno se acerca, lo sé muy bien por causa del frío que cala mis huesos en un millón de formas distintas.

Vamos, ven conmigo, te cobijaré con el calor de mis caricias y el dulce emanar de estas líneas. Por favor no te vayas de mí, no creo poder sobrevivir la tortura de este profundo apocalipsis. Simplemente estoy estancado en este rompecabezas sinfín.

Oh no, ahora veo, comienzo a perder la cabeza, porque lo que digo no es congruente, porque lo que veo no es realmente lo que veo, así que mejor tomaré vuelo, utilizaré este viaje para poder contar nuestra historia, para poder enorgullecer a tu esencia y personalidad. Quiero navegar las leguas que nos alejan, luchar contra los piratas más temibles de tu océano y perderme en el triángulo de tus Bermudas.

Hablamos de óptica, la misma que con los acordes correctos pueden crear la razón de cambio entre nuestros palpitares. Por favor ven a casa que te hecho de menos, algunos dicen que la agonía no tiene brazos, pero aunque no los tuviera seguiría apretando mi corazón muy fuerte.

Este tiempo, un tiempo tuyo y mío, la misma sílaba de una palabra que a su vez está impregnada en un escrito, es aquella en la que nuestras letras están anexas, curiosamente se han escrito juntas y ninguna corrección de ortografía puede separarlas, es un método.

Te tengo en mi pensamiento, y no puedo dejar de realizar tal acción, ojalá lo supieras pero el fin de los días es cercano a mí, no quiero decir que moriré pronto, pero por alguna razón lo siento próximo.

Iré a caminar afuera, en los mismos caminos que hemos andado tantos días. ¿Tantos dije?, así es, tantos, pues contigo poco es mucho y mucho es más de lo que puedo explicar. Existe un diluvio en mis párpados, no lo puedo controlar, he hecho un examen de vida, he buscado a los profesionales de los profesionales, y no existe ninguno que lo pueda interpretar, pero es razonable, nadie en la existencia del universo puede ver la iridiscente luz que me hace explotar y emerger de nuevo.

Comienzo a recorrer los parámetros más estrictos en el mundo, y trato de recordarlo todo… mis suspiros se han colmado de extrañeza y aún no han pasado ni tres horas que te he dejado de ver…

 

Parte 3

Los papeles del día son escritos por la noche, se les impregna de furor en cada línea trazada que formula simbolismos, por ende, el papel así de blanco ya de por si tiene valor.

Ahora bien, nuestro sencillo argumento denota que por lo general miramos las cosas como simples objetos cotidianos sin mayor importancia que su misma existencia y nos perdemos de las historias que lleva su pasado.

Hablando de historias quisiera contar una de las muchas que me originan:

Bien pues, caminaba entre sentidos anonadados, enunciados por otros, un día decidí tomar las decisiones que afectaban mi vida y volverme responsable de cada una de ellas. Pronto se vino el día en que tomaría la primera, luego la segunda, y debo admitir que nunca me fue bien, siempre hubo distintos factores que ejercían su acción y como resultado era fallido. Consecuente a ello, vino a mí la verdad y comprendí lo que había hecho mal, nunca decidía por mi o más bien, nunca me expresaba según quien realmente era.

Pronto se arribó el verano, y en esta estación te conocí, dulce, sincera, amable, bonita e inteligente fueron algunos aspectos que noté en un instante, luego miré más en el fondo y descubrí algo maravilloso que realmente tenía que contemplar o de ser lo contrario, moriría en un intento desesperado de eximir a mi ser de la angustia que me causaría no verte.

Y no es que necesite de ti, necesito amarte y es todo lo que sé, necesito mostrarte mi forma de ver el mundo, necesito cuidar de ti, cubrirte cuando haya frío, abrazarte sí es que sufres algo o igualmente, tan sólo ver por ti antes que por mí.

Y no es que necesito de tus labios, es tan sólo que los míos realmente requieren de un beso tuyo cada hora que transcurre para poder brindarme la vida que apenas comienzo a disfrutar.

Y no es que necesite que me ames, necesito complacer este acto que si gustas puedes llamar egoísta y que me siento digno de tener.

Y no es que necesite tu presencia, es tan sólo que mi alma solo quiere habitar a tu lado sin reparo, y entregarte lo que soy, fui y seré si es que deseas aceptarlo.

Pero bien, en parte es egoísta el acto de amar y en parte no, sobre todo porque ambos lo hacemos el uno con el otro y por ende nuestro amor elimina el egoísmo y lo vuelve el más humilde de los actos que alguna vez hayan existido.

Y no es que necesite vivir esta noche o el día que sigue, necesito estar vivo porque es mi única realidad en la que puedo conocer tus pasos.

 

IVES, Capítulo 3 (Parte 1, 2 y 3)
Josué Vergara Alarcón
Adolescente becario

Fundación S.K.Y., A.C.