ALAMAR

Posted by on Feb 9, 2018 in Producción adolescente | No Comments

Josué Vergara Alarcón

 

Así como el movimiento de las olas del mar, así como las aves revolotean sobre el muelle, te recuerdo. Ni el movimiento del viento esparcen las cenizas que dejaste dentro de mí, la urgencia de mi madre por una nueva vida lo causó, lo sé, y también te rompe.

Elegir lo correcto puede ser tan difícil como intentar revivir a los muertos de su sepulcro, sin embargo, el haberlo hecho será lo más imprudente en tu vida, no por la condición en la que te encontrabas, sino por quererme tanto y a fin de cuentas haberme dejado, sin esperanza alguna de volver a verte. A pesar de ello, me honra tu gran amor paternal y el haber antepuesto tu felicidad por conservar la mía, a pesar de que no era del todo cierta…  no sabes cuánto desearía que tú también lo fueras, que fueras eterno, que mi inocencia no hubiera sido tomada a la ligera y que yo hubiera manifestado en mi mirada lo desacuerdo que estaba con respecto al plan de mi madre.

Saber que estás muriendo lentamente y que lo eminente consume más de una vida, puede cambiar cualquier percepción del mundo, vuelve lo árido liso, lo amargo dulce, la soberbia se transfigura en solidaridad.

Un cuerpo deja de ser cuerpo cuando su situación física se vuelve demacrada, abundantes instrumentos lo rondan dentro y fuera del mismo, el hombre finalmente se transforma progresivamente en máquina, usando una silla de ruedas en lugar de piernas, conductos electrónicos en lugar de la voz, y así sucesivamente con todas las capacidades físicas o motoras, sin embargo, el dolor, la felicidad o la tristeza, siguen ahí adentro y jamás son sustituidos.

No entiendo si se podría volver en el tiempo, no sé si sea un camino posibilitado para transitar, sólo el tiempo, sea lo que signifique, lo dirá por sí solo en su momento de la forma más adecuada, mediante el medio que crea pertinente y, de ser necesario, se evidenciará de forma física contradiciendo todas las teorías de la física y astronomía.

Mi estimado amigo y confidente, guía y principal causal de lo que hoy me conforma, mi padre, quiero que sepas hoy y siempre que fue grandioso, fue más que extraordinario, ¿no lo crees así?, me diste una eternidad a pesar de la breve historia de tiempo que no incumbe a ambos, recordar las risas que me causaste, los montones de enseñanzas que me diste, la felicidad, los lamentos, los éxitos, el amor que forjamos hace tiempo… te extraño, no sabes cuánto, añoro cada libro que noté leías con desbordada emoción, y me contabas aquello que opinabas al respecto y me impulsabas a leerlo por igual.

Una vida siempre será perecedera a final de cuentas, pero es mejor una vida que es sencilla y libre a una delimitada y llena de preocupaciones, donde el tiempo se vuelve, de pronto, inalcanzable, donde el querer ser en realidad nunca te permite llegar a serlo.

Todo lo que sé de repente se vuelve nada sin ti, pues no hay nadie con quien pueda compartirlo, no hay nada que yo mismo pueda discutir y me siento inútil, casi como si no tuviera valor, como si nadie me acompañase.

Ojalá estuvieras aquí para que saliéramos a pescar como hace un par de años junto a mi abuelo. Diario salgo de casa y paseo por la costa, debo confesar que Italia no se compara a México, aquí todo pierde el sabor que creí conocer, el viento es frío mientras en el Caribe es apenas fresco, mueve mis vestiduras y mi cabellera de forma que parece inhóspita mi existencia, todo se reducía a ése momento, cómo mi cuerpo rompía con él y a pesar de ello no me parecía que fuera a enfermar, me hacía más fuerte.

Llevo siempre la libreta que me diste, en ella dibujo todas las especies de corales que encuentro, cada almeja y lo que desearía decirte si estuviera ahí. Aún tiene el dibujo de Blanca, nuestra pequeña amiga emplumada que nos visitaba cotidianamente…

… ¿sigue yendo a visitarte?, ¿cómo está?…

 

ALAMAR

Josué Vergara Alarcón, 17 de noviembre

Fundación S.K.Y., A.C.

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