Voces juveniles: Narrativa, 9 de marzo
Ensayo: NARRATIVA I
En el mes de bienvenida, Moisés dio su primer sesión pensando en el posible sentimiento de invasión en los veteranos y el sentimiento de duda en los nuevos. El grupo estaba polarizado, por eso nos dirigió a una ligera dinámica de integración. La única acotación era que por parejas -para lograr cierta intimidad- buscáramos cinco igualdades y diferencias. Luego compartiríamos las observaciones con el resto del grupo.
La primera parte fue como “siéntense y platiquen”, algo a lo que seguro no acostumbran los profesores de matemáticas que conviven con ellos quizá más tiempo del que su propia familia puede. No hablaré por los demás, pero con esa sencillez, Moisés le había dado el plot twist a mi semana desde este punto.
Fue hasta la última parte del ejercicio cuando estábamos en círculo, que se siguieron marcando tales igualdades y diferencias con el resto, pero ya de forma colectiva, lo cual terminó de cuajar la actividad. Y lo interesante para mí sucedió aquí, en retroalimentación, con todo y sus imperfecciones. Los pequeños desvíos, las interrupciones, los gestos de asco, sorpresa o agrado hacia las observaciones ajenas, así como las risas o los chistes en voz muy baja -que tratando de no infligir en el tácito respeto grupal- fueron para mí, muestras genuinas de ánimo, curiosidad y complicidad que en mi experiencia, no había sido hallada de manera tan rápida en módulos pasados.
Fue interesante ver como bajo la misma y única acotación, cada pareja surcó por rumbos tan distantes. Daba curiosidad cómo llegaban a conclusiones tan específicas y divertidas, como cuando Pale, Luna y yo -el único trío- descubrimos que somos la clase de sujetos que cuando va a la nevería pregunta por todos los sabores que tienen para al final elegir siempre limón. El resto de las observaciones en su mayoría no eran más que banalidades como esa, nada espectacular, sólo cotidianidad y sencilleces, nada más de lo que somos (pues tampoco íbamos a hablar de nuestra postura ante el franquismo).
Fue tal vez la energía vital de “el primer día” o de la “la integración” la que nos fajó en disposición. La gracia y la atención estaban en cómo surcabamos por todas las posibilidades de temática y lenguaje, para hallar la encomienda y para luego compartirla. Al final ni importó tanto que a los tres nos gustase la nieve de limón o que a Sarahí le guste el Rock y a Valentina el pop, ni que Rubén prefiera a punta de flecha un videojuego distinto que Nicolás. No importó porque estábamos disfrutando de la espontaneidad con la que llegábamos juntos a dichas conclusiones, ya fuese por compatibilidad o por una curiosa fricción rítmica y respetuosa.
Moisés nos pedía constantemente que abriéramos el círculo que nuestros traseros formaban en la alfombra, pero es que había una inercia que nos unía. Él no la negaba, incluso sabemos que fue el primero en buscarla. Pero pedía que no por eso perdiéramos nuestro propio espacio. Lo cual si se entiende más allá de la denotación física, es algo precioso. Nos empezamos a integrar y a reconocer como un todo, pero sin parar de definir y redefinir nuestra propia individualidad.
Por: CORAL
Fundación SKY
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