Voces juveniles: Lenguaje Cinematográfico, 18 de mayo

ENSAYO: LENGUAJE CINEMATOGRÁFICO III

En este taller, Roque eligió una película infantil pero no infantilizada llamada Ana y Bruno.

El preludio era la polémica que esta cinta había causado por los temas tratados y el público al que iba dirigido. Que si era o no apropiado hablar de trastornos y traumas a edades tan cortas. Entonces me vi en la necesidad de imaginar mi reacción si yo fuese niña y la verdad no hallé muchas diferencias a mi digestión actual.

La gente olvida lo que es ser niño, y hablan frente a ellos de temas que creen que ellos no entenderán, pero sí lo hacen. El problema o la delicadeza es como esto dejará huella en ellos.

Creo que abordar estos temas, envueltos en las propias reglas ficticias de la película -que por cierto son constantemente rotas-, da el mismo halo alucinante que un sueño. Confundirá y envolverá en sensibilidad más que en razón.  En principio no se entenderá de manera crítica sino emocional. Descubrirán nuevas emociones fuertes y oscuras. Pero todo a la par y de la mano de Ana, una niña tan verde y sensible como ellos.

Mi opinión de si es para niños o no, es que sí lo es. Pero se pone en duda porque los padres -que son los principales educadores- lo primero que tratan de mostrar es la felicidad y el éxito porque es lo que desean para sus hijos. Pero si dejan en tabú la otra cara de la moneda, cuando lleguen altibajos, los niños o jóvenes se verán confundidos y paralizados. Esta historia les a enseña que la vida y la suerte penden de hilos que son manejados por el azar y poco depende si lo merecen o no. Esto es muy crudo, pero Ana les enseñó que lo que sí depende de ellos, es la lucha contra el monstruo que podría representar la enfermedad, la muerte y la desgracia injustificada.

Más que decir decir que con la cinta encendieron la empatía del público más joven, creo que los artistas fueron los que empatizaron con ellos al hablarles con franqueza. Porque aunque usualmente se les ocultan ciertos temas, no significa que ellos no puedan sentir cualquier clase de emoción. Y si estas son evadidas y silenciadas  -por no ser «aptas»-,  pueden llegar a confundirlos y hacerlos sentir enfermos y solos en el proceso.

Por: CORAL

Fundación SKY